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¿Podrá la tecnología rescatar a PEMEX?

Y por ende, ¿será la salvación de México?

El mayor invento del siglo XX fue la

invención del método para inventar.

A. N. Whitehead

 

Se nos dice insistentemente por medio de la televisión que... "en lo profundo del mar, en aguas nunca antes exploradas, yace un tesoro". Yo pregunto, conciudadanos, si nunca antes se han explorado esas aguas, ¿cómo es que saben que ahí se encuentra un yacimiento petrolífero? ¿Cómo saben que la profundidad es de 3000 m? ¿Quién se lo dijo a quién? ¿Bush a Calderón? ¿Rockefeller a Santiago Creel? ¿Condolesa Rice a Juan Camilo Mouriño? ¿Dios a Norberto Rivera Carrera y luego éste a Carlos Salinas de Gortari?

     Mi percepción, como la de muchos otros mexicanos, es que la repetición hasta la náusea de ese comercial que nos bombardea con la idea de que no contamos con la tecnología necesaria para extraer petróleo a tal profundidad únicamente quiere predisponernos para que, cuando llegue el momento apropiado calculado por el gobierno, aceptemos sin chistar que PEMEX se asocie con uno o varios oferentes —nacionales y extranjeros— que provean la tecnología y el dinero para explorar, perforar y extraer el petróleo, el tan anhelado tesoro que será —se nos asegura— el rescate de PEMEX, la salvación del país, el aseguramiento de un futuro digno para nuestros hijos.

     Sin embargo, proveedores que posean la tecnología aludida y que además cuenten con el capital suficiente y bastante para aventurarse en tan compleja y especializada empresa no abundan. Y los que existen, se nos sugiere subliminalmente, no están dispuestos simplemente a venderla, sino que exigen asociarse con PEMEX y, por supuesto, participar en las utilidades que se generen. Por otro lado, se nos quiere convencer de que en caso de que la exploración sea un fracaso, puesto que la operación es de alto riesgo, no se le pagará nada al arrendador de la tecnología. Esto, señores, no es creíble bajo ninguna circunstancia; el altruismo en la economía no existe.

     Pero ¿qué nos quiere decir exactamente el gobierno con eso de que es necesario rescatar a PEMEX? ¿De qué o de quién lo quieren rescatar? El verbo rescatar, según el diccionario Pequeño Larousse Ilustrado, tiene dos significados:

  1. Recuperar, por un precio convenido o mediante la fuerza, a alguien o algo que estaba en poder de otro. Es imposible dejar de reconocer que este significado se apega notablemente a la acción nacionalista y valiente que llevó a cabo el general Lázaro Cárdenas el 18 de marzo de 1938. Y visto así, si la reforma energética del gobierno de Felipe Calderón incluye la inversión extranjera o nacional, vía modificaciones a la Constitución, resultaría muy difícil negar que quienes rescatarán a PEMEX serán los imperios clásicos que dominan la industria y los mercados mundiales del petróleo, pues no debemos olvidar que esos imperios piensan en términos de poderío, no de filantropía. Pero no solamente se apoderarían de la industria petrolera mexicana, sino del país mismo, dado que la renta petrolera sustenta en un 40% la economía de México.
  2. Liberar a alguien o algo del peligro, trabajo u opresión en que se hallaba. Éste parece ser el significado de lo que el gobierno Calderonista considera que es la situación que vive PEMEX., ya que se nos insiste en que la paraestatal se encuentra en peligro de la quiebra financiera debido a la decadencia en la producción de crudo de los pozos existentes. También se nos comenta que la opresión que sufre PEMEX es fiscal, que la empresa está prácticamente asfixiada por la política impositiva que la Secretaría de Hacienda ejerce sobre ella. Pero no sabemos, no se nos dice, qué se va ha hacer al respecto. Y para nadie está oculta la corrupción —aunque el gobierno nunca la menciona en su discurso— que priva en el interior de la burocracia que opera la empresa y en el sindicato de los trabajadores petroleros. Obviamente, en consecuencia, la enorme carga económica que eso representa permanece sepultada y, por supuesto, el gobierno panista no se atreve a ofrecer ninguna solución al respecto, pues el PRI le haría pagar un precio político muy alto.

     Los dos planteamientos anteriores nos remontan a la pregunta que le da título al presente texto y nos confirman que la solución al pretendido rescate de PEMEX no depende de la tecnología para explorar y encontrar nuevos yacimientos de petróleo, pero sí de acciones políticas, y luego, basadas en estas, con medidas financieras y operativas.

     Pero PEMEX no se encuentra en tan crítica situación a partir de que Felipe Calderón llegó a la Presidencia de la República ("haiga sido como haiga sido"). Eso por sabido se calla, como se calla —o al menos no lo admiten abiertamente el PRI y el PAN— que la paraestatal ha sido pésimamente administrada por los directores en turno, amén de que ha sido botín de muchos oportunistas, ya sea que hayan pertenecido a la alta dirección de la empresa o a la cúpula sindical. Quizás quepa aquí el refrán popular que dice que dos agujas no se pican; o aquél que señala que entre gitanos no se leen la palma de la mano. También alguien podía citar a quien dijo: por sus frutos los conoceréis.

     Y yo no pretendo estar descubriendo el agua tibia con las líneas hasta aquí escritas. El remedio para rescatar a PEMEX lo saben muchos legisladores y el gabinete económico del poder ejecutivo del país. Son ellos quienes tienen la información, los datos duros sobre los que pueden basar su decisión acerca del contenido de la reforma energética. Sería muy presuntuoso de mi parte intentar proporcionar aquí los elementos de una propuesta de desarrollo para PEMEX y conservar la producción de crudo y sus derivados en manos de la nación. No soy ni economista ni administrador de empresas, mucho menos funcionario público.

     Pero lo que sí anhelo es difundir entre mis conciudadanos la desconfianza que tengo en el gobierno. Primeramente porque es un gobierno conservador, de derecha y visiblemente enfocado a gobernar para la gente del dinero, por no decir que se ha sujetado, que está subordinado al Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Enseguida porque cuando el gobierno afirma que no hará determinada cosa —en este caso afirma que no privatizará la industria petrolera— es porque tradicionalmente hace exactamente lo contrario. Por eso me atrevo a dudar que Calderón no quiera privatizar PEMEX. Él y sus voceros buscarán un lenguaje que disfrace sus verdaderas intenciones: poner en manos privadas, nacionales o extranjeras, el magnifico negocio que representa la industria petrolera mexicana. Hablarán de alianzas estratégicas, de asociaciones provechosas, de contratos temporales, qué sé yo, pero todo, repito, con el único propósito de confundir a la población y así poder entregar el negocio petrolero al capital, ya sea nacional, extranjero o la mezcla de los dos.

     No deseo terminar sin antes señalar que atrás de todo el mare mágnum en el que ha caído la industria petrolera mexicana están los señores del petróleo, las grandes corporaciones internacionales —fundamentalmente norteamericanas e inglesas— que nunca se han resignado por haber perdido el petróleo mexicano. Utilizan nuestras rivalidades partidarias, los odios locales y envenenan el ambiente político y social manipulando la información a través de los medios, los cuales, por muy bien informados que estén, nunca nos dan más que la superficie de las cosas. La historia verdadera, la guerra  por el control del petróleo mundial está oculta para la gran mayoría de la población, pero no por ello es menos verdadera, y resulta notablemente decepcionante que el tema nunca se debata públicamente. Por eso, conciudadano mío, compañero de camino, mantente alerta, observa detenidamente los pasos que Felipe de Jesús y sus corifeos den alrededor de su política económica, pues la realidad cabe en una palabra: petróleo. Y lo que está en juego, no lo dudes, es la libertad y soberanía nacional. 

                                               Eduardo Moreno C.

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